Un homenaje a nuestros padres

Por René Francisco Abello Gómez y Emma Isabel Rodríguez Darabos

El papá de la “A”

Luis Alfonso Abello García, Don Alfonso -como lo llamaban en el conjunto residencial en el que con esfuerzo adquirió el apartamento familiar en Cartagena- fue un hombre del que se puede decir íntegro en el pleno sentido de la palabra.

Nacido en Zipaquirá, Cundinamarca, se vinculó muy joven a la empresa Alcalis de Colombia, en condición de obrero, empresa que lo trasladó a Cartagena hacia el año 1966, donde a la postre se pensionó.

Se casó con Carmenza, su amor de toda la vida, y tuvieron seis hijos, a quienes brindaron una sólida formación en principios y valores.

Recuerdos

Uno de los hechos que más recuerdo de mi papá, siendo yo un niño de unos 10 años, fue verlo sentado en el comedor de la casa con el contador, quien le sugería algunas medidas para disminuir su aporte en la declaración de renta, y mi padre le insistía con firmeza: “Registre lo que es, ese es mi asunto”.

Hombre de pocas palabras, mirada absolutamente expresiva, y carácter firme, nos inculcó el valor de la honestidad, el respeto y la lealtad. Nunca nos maltrató, y a pesar de su nivel académico, siempre nos brindó las mejores oportunidades educativas.

Un hombre cacharrero por naturaleza, también nos indujo a aprender a resolver situaciones y reparar cuanto daño se apareciera. Por cierto, su banco de herramientas era un lugar “sagrado” para él.

Aunque se tomaba sus cervecitas, nunca lo vi embriagado, y jamás maltrató a mi mamá. A propósito, en casa paterna nunca se escuchó una grosería.

A pesar de haber vivido en diferentes ciudades durante más de 30 años, Dios me dio la oportunidad de compartir con él los últimos meses de su vida, y hasta el momento de su partida, siempre me enseñó mediante el ejemplo.

El papá de la “R”

Carlos Alfonso Rodriguez Rodriguez, “don Carlos” hombre de bien, sabio, prudente, amoroso, buen lector, buen escritor.

Se casó con Yolanda Darabos Nagel, quien llegó a este país siendo una adolescente, junto con sus padres y hermanos, tras viajar tres meses en barco desde Hungría, huyendo de la segunda guerra mundial.

Recuerdo a mi padre con infinito respeto y amor. La definición de “amigo” es para mi papá, fue mi mejor amigo, siempre apoyándome y respaldando mis decisiones.

Desde muy chiquita me enseñó “Hija tu libertad no empieza cuando dices SI, tu libertad empieza cuando dices NO”

Hombre correcto e integro, quien siempre amó a su esposa y no permitía que se le levantara tan siquiera la voz. Su frase al respecto era “a su mamá, no me la lastiman, ni con el pétalo de una rosa”.

Orgullosa de su impecable ortografía, trabajó para el periódico El Tiempo revisando los textos, detectando errores antes de que se imprimiera; carpintero de profesión, aún conservamos su banco de carpintería, el cual espero convertir en mueble.

Recuerdos

Tengo maravillosos recuerdos: cuando jugábamos golosa remplazaba a mi hermanita menor a saltar cuando ella no podía hacerlo; sus regaños y una que otra reprimenda; su préstamo para mi primer carro, el regalo de un sofacama para mi apartamento.

Recuerdo cuando cortaba un coco a la mitad, lo ponía en sus manos y nos montaba en su lomo, simulando un caballo.

A quien siempre llamé, papá o gordo, maravilloso ejemplo que trasciende generación tras generación.

¡Gracias, papá!!!